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¿Coachplacement?
Vaya palabra…, han pasado casi diez años pero todavía me despierta las mismas emociones.
Acababa de fundar Atesora y, aunque mi experiencia profesional en el ámbito de la consultoría de recursos humanos se había desarrollado dirigiendo firmas multinacionales cuyo negocio fundamental había sido la prestación de servicios de outplacement a empresas y directivos, estaba recién certificado como coach y me había enamorado perdidamente de esa forma de acompañar personas, de su filosofía de vida y de todo lo que estuviera relacionado con ese recién explorado mundo del coaching.
Como a estas alturas los lectores saben, el outplacement es un servicio de acompañamiento dirigido a profesionales que, además de necesitar eventualmente encontrar un nuevo empleo, también necesitan definir claramente su visión profesional, trabajar nuevas potencialidades y, a veces, modificar conductas profesionales que les han llevado a esa situación, cuando el despido no ha sido por causas estructurales.
Reflexionando me di cuenta de que muchos candidatos a la búsqueda de un nuevo trabajo, más que limitaciones coyunturales del mercado laboral, a menudo encontraban su peor enemigo en la pérdida de autoestima y la falsa percepción de que el mercado ya no les quería por su trayectoria o por su edad.
No me fue difícil sumar “dos más dos” para caer en la cuenta de que combinar ambas disciplinas, el outplacement y el coaching, iba a ser de extraordinaria utilidad en la tutela profesional de la mayoría de perfiles profesionales que las compañías clientes nos confiaban en calidad de candidatos.
Las dos metodologías, adecuadamente dosificadas en contenidos y dedicación, ayudan a los profesionales a descubrir sus capacidades, modificar conductas y tecnificar la búsqueda de nuevo empleo.
El nacimiento del término coachplacement, siendo muy intuitiva su construcción, fue el fruto de lo que los coaches denominamos un insight, que si lo castellanizamos podemos traducirlo como “una revelación” (en castizo sería un “anda coño, no me había dado cuenta”). Imaginaros la cara de perplejidad de mis colegas de sector y mi sonrisa traviesa cuando empecé a hacer difusión del término en foros especializados, en una época en la que el coaching era todavía un gran desconocido en nuestro país. Imaginaros las emociones que aún sigo sintiendo cuando lo recuerdo y las dificultades que me pusieron para registrar esta denominación en el Ministerio de Industria…, y la satisfacción cuando lo conseguí. …, pero bueno, eso ya es otra historia que no os voy a contar ahora.
Artículo publicado en Coachplacement® 90 60 90 (para leer la revista completa, pincha aquí).
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